Muchos han ido a pasar un domingo a Tigre. Dieron una vuelta por el Paseo Victorica, fueron de compras al Puerto de Frutos, hicieron un picnic en la costa; por qué no algún paseo en catamarán o en lancha colectiva, en fin todas las actividades tan representativas de esta ciudad, puerta de entrada al Delta del Paraná.
Fuera de esto hay otro Delta por descubrir; sin ir demasiado lejos. Recordemos que sólo una parte de las islas corresponden a la prov. de Buenos Aires y de esa porción sólo la primera sección (la más turística) pertenece al partido de Tigre, pero aquí voy a dejar de lado las “soberanías” de cada partido y provincia y voy a hablar del Delta como un todo.
En esta oportunidad, voy a escribir sobre los paseos de Gonzalo; uno de los personajes de las Islas si los hay. Tuvo sus primeros contactos con la zona de chiquito, cuando sus padres compraron una casa en “el Tigre” para pasar los fines de semana y épocas estivales. Ya de grande y recibido de arquitecto decidió viajar por el mundo y se radicó en Dinamarca. Años más tarde, aburrido tal vez del sedentarismo, volvió a partir, pero la brújula esta vez lo llevó al sudeste asiático. Los ríos de Vietnam fueron recorridos por el casi de memoria, llevando turistas, en su mayoría provenientes de los países nórdicos.
Cumplido un siclo regresó a su tierra de origen y hoy vive en los Bajos del Temor, donde las islas avanzan sobre el Río de la Plata.
Pocos conocen estos ríos como Gonzalo, quien nos ofrece sus historias y sus conocimientos. Opciones de recorridos hay muchas, algunas incluyen caminatas, almuerzos o simplemente parar a tomar algo. Podrán ser testigos del avance de las islas, recorrer estas tierras nuevas, su biodiversidad. Como contracara de esto la destrucción del hombre y su afán por transformar la naturaleza (me refiero a algunos emprendimientos inmobiliarios)
Otra alternativa son los ríos y arroyos testigos de los tiempos de apogeo, de las grandes plantaciones de mimbre, frutas, madera. Si navegan el Carapachay, el Caraguatá, el Espera, entre otros; podrán ver esas casas isleñas de antaño que reflejan una época. Uno de los máximos exponentes de esos tiempos es la quinta Noé, parquizada por el mismo Thays.
Otros paisajes vemos al cruzar el imponente Paraná de las Palmas, aquellas casas de veraneo, de fin de semana ya casi quedaron atrás y sólo se ve entre los árboles alguna vivienda de madera, con perros correteando, chicos tirándose del muelle aprovechando las olas como su máxima diversión, alguna chata cargando madera para llevar al puerto de frutos y mujeres fregando ropa.
Lo importante es que siempre, en cualquier opción elegida no sólo contemplaran los paisajes, sino que serán parte de los mismos; percibirán olores, sabores, colores; los que varían muchísimo de una estación a otra.
Deja una respuesta